EFECTOS ECONÓMICOS COVID-19: No debemos caer en la trampa de la profecía auto cumplida.
Creo que no me equivocaré mucho si digo que la mayor preocupación que tenemos en las familias, sin importar la edad, desde que empezó la crisis del Coronavirus, en primer lugar es la preocupación por la salud. Es normal, los casos de fallecimientos que vemos en los medios y en nuestro entorno más inmediato donde la población de riesgo, sobre todo los mayores de 60 años es muy importante, no dejan sitio para la tranquilidad. No obstante, una vez confinados y viendo la reducción de contagios tras muchos días sin apenas contacto con el exterior, ese miedo inicial ha ido dando paso a una cierta resignación, tomando el relevo otra preocupación: La económica. La incertidumbre sobre qué pasará cuando se vaya produciendo el lento proceso de vuelta a la normalidad.
Los medios (TV, prensa, internet…), como en la crisis económica de 2008, dibujan un escenario pesimista, catastrófico. No paran de dar noticias alarmantes sobre la terrible crisis económica que vendrá, aunque no he visto una mínima argumentación con números de estos malos augurios. Dan por sentado que vendrá el apocalipsis, en un intento, quizá, de hacer una profecía auto cumplida.
¿Para qué sirve pronosticar:”Un tercio de las empresas presentarán suspensión de pagos”, “El paro registra en marzo el mayor aumento de su historia”? o “La economía entrará en recesión en el 2º trimestre?
Es una obviedad que el paro aumenta en una situación de “parón económico” por una pandemia de estas características. También es evidente que la economía no seguirá creciendo en los próximos trimestres. En resumen, hacen y propagan una predicción que, una vez hecha, es en sí misma la causa de que se haga realidad. Prefiero pensar que no lo hacen por interés sino por ignorancia o por pura estupidez, en este último caso, la estupidez de creer que han acertado si por casualidad ocurre lo peor.
Fue el sociólogo Robert K. Merton quien escribió: “La profecía que se auto realiza es, al principio, una definición falsa de la situación que despierta un nuevo comportamiento que hace que la falsa concepción original de la situación se vuelva verdadera.
Todas estas noticias sensacionalistas, a mi entender no hacen más que acrecentar el miedo y la preocupación de la población sin ningún fundamento que lo justifique a priori, sólo reflejan una actitud negativa o unas intenciones perversas de asustar a la gente.
La gente corriente, como yo y como vosotros, solemos dar credibilidad a los pronósticos que suelen hacer el gobierno y los “expertos”, que nos inundan con sus especulaciones sobre evolución del PIB, déficit, endeudamiento, caída de la bolsa, operaciones a corto y no sé cuántos conceptos cuya comprensión no está al alcance de la mayoría de nosotros. Claro, lo dicen con tanta rotundidad y convicción (sobre todo los periodistas “expertos en todo”), que nos convencen de que todo apunta a un futuro muy negro. Con ello se comienza el ciclo de la profecía auto cumplida. Ya pasó en la anterior crisis.
Para no caer en la misma conducta que he criticado más arriba, veamos algunos números e intentemos contestar a las preguntas que más preocupan a los comerciantes, restaurantes, hoteles, talleres y demás actividades que han tenido que cerrar o que han ralentizado considerablemente su actividad.
Os adelanto que en mi modesta opinión, los números sobre las repercusiones del este parón económico por confinamiento no alumbran un escenario tan pesimista. Baste recordar que cada año hay dos grandes “parones económicos” sin que por ello se hunda la economía, como mucho se hunde un poco la economía familiar durante el mes siguiente, que suele financiarse con las tarjetas de crédito en muchos casos: Me refiero al parón anual del mes de agosto por vacaciones y al de Semana Santa, que por cierto, también nos trae su balance en pérdidas humanas por accidentes de tráfico (unas 1.500).
LA RECUPERACIÓN SERÁ RÁPIDA SI NO SE CAE EN LA TRAMPA DE LA PROFECÍA AUTO CUMPLIDA
¿Cómo podría afectar a la economía un paro parcial de la economía consecuencia del confinamiento por el COVID 19?
Me he permitido hacer unos números con una hoja de cálculo Excel para ver realmente qué efectos debería tener el parón económico parcial que nos hemos visto obligados a soportar. He estimado que la suspensión de actividades no esenciales durará 2 meses. He partido de cómo se distribuye el PIB español entre los diferentes colectivos (trabajadores, autónomos, pensionistas, empresas y administración pública (ver cuadros más abajo).
Veamos algunas cifras.
El PIB de toda España (Producto interior bruto), esto es, la producción nacional de todo un año, asciende a 1.245.000.000.000 €, (más de un millón de millones), o lo que es lo mismo, un billón doscientos cuarenta y cinco mil millones de euros.
Detallo más abajo las magnitudes más significativas tratadas en este artículo.
Fuente: INE y otras.
Pongamos que la población residente en España es de 47,2 millones de personas, de las cuales, la población retribuida representa unos 32.2 millones de personas, esto es los que trabajan con una retribución (20 M. asalariados, 3,3 M. autónomos y 8,9 M. jubilados). Para simplificar no cuento a los 3,3 M. de parados, algunos de los cuales tienen alguna retribución.
Bajo la hipótesis, muy simplificada, de que la actividad económica se vea reducida durante un periodo de 2 meses (16 de marzo a 10 de mayo 2020) a las actividades esenciales, que estimo rozarán el 40%, el 60% de la población restante vería reducidos sus ingresos en 34,3 mil millones (resultado de restar a los 86,7 mil millones de pérdida de ingresos de los dos meses confinados la cantidad de 16,3 mil millones recuperados por prestaciones por expedientes de regulación temporal de empleo (ERTES) y sumar 36,1 mil millones correspondientes a la reducción del consumo ordinario como cines, salidas a restaurantes, ocio, desplazamientos, viajes, etc. (25%). Creo que estos días todos hemos notado que nos han bajado los gastos al no tener dónde ni cómo gastar.
Adicionalmente, tendríamos que tener en cuenta la pérdida de 59 mil millones de euros de las empresas afectadas por el parón (Pérdidas de beneficios y mantenimiento de gastos fijos durante 2 meses de inactividad).
También tendríamos que tener en cuenta la pérdida de ingresos de la administración pública, 29 mil millones de euros.
No hay que olvidar que en estos cálculos no se ha tenido en cuenta que en España hay unos 2,6 millones de funcionarios que no verán afectados sus ingresos, algunos prestando servicios esenciales (sector sanitario, policía, ejército, limpieza, etc, y otros confinados (enseñanza, justicia, ayuntamientos…).
El principal problema del parón económico es que muchas empresas, igual que las familias, seguirán teniendo que soportar gastos fijos como alquileres (rentings de los aviones de algunas compañías aéreas, naves industriales, oficinas) y otros gastos también muy importantes en sus cuentas de explotación como los gastos de personal y seguridad social. Estos últimos se verán atenuados por las prestaciones públicas por desempleo.
Este desfase por gastos fijos en la cuenta de explotación de las empresas inactivas durante 2 meses estimo que puede estar en alrededor de un 20% de la facturación que habrían tenido en ese periodo, o sea un 3,3% si comparamos con la facturación anual, lo cual equivale al 24% de los beneficios normales de un año de todas las empresas, de promedio. Es decir, un hipotético parón de 2 meses podría representar que los beneficios promedio de un año se vean reducidos del 10% al 7,6% cuando acabe 2020.
Teniendo en cuenta que la mayoría de empresas ya se habían recuperado de la crisis anterior, no parece que esta carga represente un perjuicio tan significativo que pueda poner en peligro su continuidad.
Pongo en otro apartado al sector turístico, que representa un 15% del PIB (hoteles, apartamentos, restauración y comercios vinculados con el turismo), al que sí que se le tendrá que ayudar con subvenciones públicas y créditos ya que el COVID-19 les echado a perder buena parte de la temporada 2020. Y también al colectivo de autónomos, el más desprotegido en esta situación.
En conjunto, el desfase financiero que producirá el parón de dos meses entre familias, empresas y estado representará 122.326 millones de euros, equivalentes al 9,83% del PIB (el gobierno tiene unas previsiones de entre el 5% y el 9%). Si repartiésemos este desfase financiero entre la población que tiene ingresos el coste representaría unos 3.800 euros por persona. No obstante, pienso que si la carga se reparte equitativamente entre todos (trabajadores y empresas), estas pérdidas no tendrían por qué poner en peligro la continuidad de las empresas ni de los empleos. ¿Alguien puede pensar que por un desfase financiero de 3.800 euros por persona se va a poner en peligro la continuidad de las empresas y del empleo?
El pago por persona retribuida para hacer frente al coste del parón económico podría estar en una media de 3.800 euros para un salario medio anual de 26.933 euros; la pérdida de ingresos será de 122,3 mil millones (9,83% del PIB), que deberá pagarse en 4 ó 5 años con endeudamiento privado y público.
Los poderes públicos tendrían que estar atentos a las actitudes egoístas que sin duda se darán de algunos empresarios, trabajadores y sindicatos tendentes a aprovecharse de la situación para reducir plantillas o rebajar salarios, en el caso de los primeros o para cobrar ayudas o exigir derechos de manera abusiva.
En mi opinión, el análisis de todos los datos y magnitudes expuestos, aunque de manera muy simplificada, debería llevarnos a huir de un escenario excesivamente pesimista, sobre todo teniendo en cuenta el ejemplo que están dando los trabajadores de los sectores que nos están sacando las castañas del fuego (médicos, enfermeras, personal sanitario en general, policía, limpieza, trabajadores de supermercados, farmacias, autónomos, mensajeros, transportistas, agricultores… –no querría olvidarme a nadie-, que con su esfuerzo y riesgo están demostrando que se puede mantener el país funcionando en las condiciones más adversas.
Sobreponiéndonos al sufrimiento por los familiares fallecidos, pienso que ahora nos tocará a todos los demás arrimar el hombre y demostrar que también tenemos capacidad de sacrificio e iniciativa para volver al trabajo tan pronto sea posible y dar lo mejor de nosotros mismos recuperando el tiempo perdido por la pandemia.
No podemos permitirnos caer en la trampa de la profecía auto cumplida, ya que son los pensamientos los que condicionan los hechos. Un pensamiento optimista, sin derrotismo, nos permitirá afrontar y superar las dificultades, salvables, que nos iremos encontrando en los próximos meses.
También deberemos estar atentos y cortar de raíz las actitudes, que se verán, de algunos aprovechados que querrán utilizar esta crítica situación como excusa para no esforzarse en cumplir con sus compromisos, como hará todo el mundo, y no prestar atención a las teorías conspirativas de todo tipo que han inundado las redes sociales estos días. Vivimos en un planeta muy vivo con millones de organismos que se van adaptando permanentemente a las condiciones del medio ambiente, que el hombre no deja de alterar con su conducta insolidaria. Por lo tanto, tendremos que acostumbrarnos a sufrir las consecuencias de nuestros hábitos mercantilistas e insolidarios con los demás y con el medio ambiente, y plantearnos un cambio radical de paradigma para pasar de una economía competitiva y extractiva a una economía más colaborativa.
Es verdad que la economía ha pinchado, pero cuando se pincha una rueda se cambia y se reanuda la marcha, no nos debemos quedar en el arcén lamentando nuestra mala suerte.
En esta nueva crisis tenemos a favor que el “cuerpo económico” no se ha quedado sin sangre como pasó en la crisis de 2008, el Banco Central Europeo y los gobiernos están haciendo “transfusiones” para que ello no pase. En el caso de España, 200.000 millones de euros será suficiente para que nadie se quede sin tesorería para trabajar y cubrir sus necesidades. Eso lo tenemos a nuestro favor.
Me gustaría pensar que esta filosofía será la que impregne el espíritu de los pactos sociales que sin duda tendremos que encarar entre el gobierno, sindicatos y empresarios para reanudar la marcha y dejar atrás esta pesadilla.
José VELASCO JIMÉNEZ
Economista